Mr. Satterthwaite se sentó en la terraza de Nido de Cuervos y contempló cómo su anfitrión, sir Charles Cartwright, subía por el sendero que conducía al mar.
Nido de Cuervos era una villa de estilo moderno, sin ninguno de esos adornos arquitectónicos que suelen encantar a la mayoría de la gente. Era una casa de sólida y sencilla construcción, pintada simplemente de blanco, que a primera vista daba la impresión de ser mucho más pequeña de lo que en realidad era. Debía su nombre al puerto de Loomouth. Uno de los lados de la terraza, protegido por una sólida balaustrada, al borde mismo del acantilado cortado a pico, daba sobre el mar. Por la carretera, Nido de Cuervos estaba a un kilómetro y medio de la población. Esa carretera corría serpenteante y, siguiendo el camino de los pescadores, podía llegarse a la ciudad en siete minutos. Por aquel sendero subía en aquellos momentos sir Charles Cartwright.
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