En el corazón del West End, hay un gran número de rincones discretos, desconocidos para casi todos excepto para los taxistas, quienes los atraviesan como auténticos expertos y, por lo tanto, llegan triunfantes a Park Lane, Berkeley Square o South Audley Street.
Si se coge una discreta calle que sale de Park, se dobla a la izquierda y después un par de veces más, se encontrará en una tranquila travesía con el hotel Bertram a mano derecha. El hotel Bertram lleva allí mucho tiempo. Durante la guerra, varias casas a su derecha resultaron demolidas, y lo mismo ocurrió con otras un poco más lejos a su izquierda, pero el Bertram permaneció incólume. Naturalmente, no pudo evitar, como dicen los agentes inmobiliarios, acabar pintado, remozado y maquillado, aunque una suma de dinero bastante razonable bastó para devolverle su condición original. En 1955 tenía el mismo aspecto que había tenido en 1939: digno, nada ostentoso y discretamente caro.
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