La galaxia era un lugar enorme, variado y lleno de entornos y situaciones para los que nunca se estaba lo bastante preparado. Los viajeros espaciales jamás sabían qué equipo iban a necesitar en su próximo trayecto, fueran unos comunicadores con un alcance especialmente potente, unos electrobinoculares o unos datapads con información tan valiosa como necesaria. Había quienes usaban esas herramientas para ganarse la vida, como el pequeño experto en droides Babu Frik o el inquietante alquimista sith Albrekh. Y otros que utilizaban sus instrumentos para hacer más llevadera la existencia de los demás, como los numerosos músicos que amenizaban veladas en lugares tan dispares como Tatooine, Takodana o Pasaana. También existían otros objetos, más poderosos (o peligrosos) y menos habituales para el viajero convencional, que solo unos pocos conocían y menos aún sabían utilizar: holocrones y buscarrutas, entre otros, eran elementos que solo los más sabios de la galaxia se atrevían a manipular.
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