Aquel agradable joven llamado Jimmy Thesiger bajó de dos en dos los peldaños de la gran escalera de Chimneys. Tan precipitado era su descenso que fue a chocar con Tredwell, el majestuoso mayordomo, cuando éste cruzaba el vestíbulo llevando café recién hecho. Sólo debido a su maravillosa presencia de ánimo y a su agilidad de acróbata, no ocurrió una catástrofe.
—Perdone —se excusó Jimmy—. Oiga, Tredwell, ¿soy el último en bajar?
—No, señor. Mr. Wade está aún en sus habitaciones.
—¡Magnífico! —respondió Jimmy entrando en el comedor.
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