Elinor Katherine Carlisle: está usted acusada de haber asesinado a Mary Gerrard el veintisiete de julio pasado. ¿Se confiesa usted culpable o inocente?
Elinor Carlisle estaba de pie, con la cabeza erguida. Tenía una cabecita graciosa; el rostro algo anguloso, pero bien definido y agradable. Sus ojos eran de un azul profundo, y el cabello, negrísimo. Las cejas las llevaba depiladas y formaban una línea estrecha, casi imperceptible.
Hubo un silencio expectante.
Sir Edwin Bulmer, el abogado defensor, tuvo una sensación de desánimo. Pensó: «¡Dios mío! Va a declararse culpable… Ha perdido la serenidad…». Los labios de Elinor Carlisle se entreabrieron. Dijo:
—¡Inocente!
El abogado defensor se desplomó en su asiento. Sacó un pañuelo y se enjugó el sudor que le corría por la frente.
Sir Samuel Attenbury se levantó y se dispuso a pronunciar su discurso. Representaba al ministerio fiscal.
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