Desde sus inicios como padawan hasta sus últimos días de exilio en Tatooine, de donde solo salió para morir en un combate contra el que fuera su alumno, Obi-Wan Kenobi tuvo una vida intensa, llena de avatares y experiencias de todo tipo. Fue general jedi en las Guerras Clon (época en la que se enamoró), guardián en la lejanía de Luke Skywalker y jugó un papel clave en diferentes eventos galácticos que a la postre contribuirían de forma definitiva a la caída del Imperio galáctico. A lo largo de toda su longeva vida no solo cumplió con los preceptos de una Orden en la que creía firmemente pese a sus debilidades, sino que hizo de la integridad, la compasión y la empatía sus mejores armas, además, por supuesto, de la espada láser. Cuando fue abatido por Darth Vader en la Estrella de la Muerte, murió convencido de haber cumplido con todo lo que la Fuerza esperaba de él.
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