El Imperio galáctico gobernó la galaxia, entre otras razones, gracias a una flota tan vasta como avanzada desde un punto de vista tecnológico. Con los destructores estelares como nave de guerra más reconocible, no tenían rival en la galaxia. La Alianza rebelde, por su parte, contaba con un acceso mucho más limitado a las naves militares, aunque pronto aprendió a reutilizar todo lo que encontrara e, incluso, a robar naves al Imperio. Aun así, la Guerra Civil Galáctica siempre fue un conflicto claramente desequilibrado en las fuerzas de sus contendientes, en especial si se tiene en cuenta que el Imperio nunca dejó de desarrollar y diversificar su flota con nuevas naves, cada vez más avanzadas y mejor armadas. Los dos bandos exprimirían al máximo sus recursos en un conflicto que tuvo un desenlace totalmente inesperado.
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